Hoy he hecho algo que no debía. Algo que ha tiempo no hacía.
Hoy se me ha ocurrido leer las “noticias” y si no fuera por el sol tan precioso que hace y el color dorado de las uvas en la parra, que filtran sus rayos arrancándoles dulces destellos de miel, me habría amargado el día.
Hoy he sabido, por ejemplo, que mañana recibiremos el otoño con una lluvia incierta e imprecisa de chatarra espacial. Y que la feliz idea que se les está ocurriendo a los de la NASA para prevenir futuras situaciones similares a esta, es dotar a los artefactos de sistemas que los expulsen de la órbita terrestre cuando ya no valgan; vamos, lo que viene siendo, espolsar* el mantel por la ventana.
Del asesinato oficial de una persona en Estados Unidos, no diré mucho porque me abochorna pertenecer a la especie humana que es capaz de manipular de tal forma el lenguaje, para que el muerto sea asesino, los asesinos oficiales sean ejecutores y al propio acto del asesinato lo llamen justicia y sean capaces de dormir por las noches. Y me da igual que sea blanco, negro, rojo o amarillo, inocente o culpable; de la culpabilidad del “ejecutado” hay, en este caso, demasiadas incertidumbres (opinaría lo mismo aunque no las hubiera), de la culpabilidad de los “ejecutores”, y de sus cómplices, no hay ninguna duda. ¿Quién va a "ajusticiarlos" a ellos?
Que sea noticia el hecho de que los partidos (y a través de ellos, el resto de poderes fácticos) accedan al control de la elaboración de las noticias, me ha hecho mucha gracia. Supongo que lo que es noticia es que lo digan pública y descaradamente.
Podríamos hablar de los recortes fantasma en educación o de los más palpables en sanidad; o del teatro de la insufrible campaña electoral que se avecina y de los imputados de distintos colores que actuarán en él; o del viejo robo de países; o de si es normal que un sujeto, después de hacer una “donación” del ochenta y cinco por cien de su fortuna, siga manteniendo una de las mayores fortunas del mundo y que, encima, porque se le ha ocurrido la genial idea de decir que los ricos deberían pagar más impuestos, haya que bailarle el agua; o de… bueno, mejor me callo, que no quiero aguarme ni aguaros la fiesta del otoño.
Yo mañana, en lugar de leer las noticias (que yo sepa o no sepa, no va a cambiar nada de lo que tenga que ocurrir), me levantaré y miraré al cielo, no esperando que me caiga ningún trozo de titanio en la frente, sino para recibir el beso y la caricia de la nueva estación; su lluvia de agua, de colores, de hojas; el abrazo de la brisa fresca; la promesa de tardes largas que inviten al retiro; la esperanza de cálidos rayos de sol que llamen al paseo… Todo esto y la sonrisa de las personas que quiero es lo único que de verdad me importa.
Y ahora me voy a darle un abrazo a la Quica, porque cuanto más conozco al Hombre (salvo dignas y, por suerte, numerosas excepciones), más quiero a la perra del vecino.
* Sacudir, para quienes no dominen el idioma cagalderico
* Sacudir, para quienes no dominen el idioma cagalderico
Mañana, cuando te levantes y mires al cielo y los rayos de luz que ciernen los racimos de uvas deslumbren tus ojos , también tú lanza un beso al espacio abierto, y pintado de colores, para que los vientos lo esparzan junto a las hojas del otoño; yo, como pescador de besos, de luz y de colores, lo guardaré en mi cesto de mimbre para que sus semillas se esparzan y germinen en el corazón del Hombres. Sin excepciones.
ResponderEliminarAsí sea.
ResponderEliminarYo pienso que leer, ver o escuchar los noticiarios siempre ha sido una actividad bastante insalubre, pero ahora ha alcanzado niveles verdaderamente peligrosos y no vale la pena, en mi opinión, exponerse a tanta y tan nociva contaminación. Mas por cuanto las lúcidas columnas y los artículos independientes ya son también historia, y el que más y el que menos de los profesionales del sector no es otra cosa que la voz de sus amos ya sean estos “los mercados”, las iglesias, las corporaciones, el estado de Israel o el emirato de Qatar.
ResponderEliminarSi lo que deseamos al internarnos en esos perniciosos ámbitos es mantenernos informados, mal camino escogemos, pues los medios están especializados precisamente en todo lo contrario, es decir, en desinformar. Últimamente no se dedican a otra cosa y, además, no se cortan un pelo, ya ni siquiera malgastan un julio de energía en disimularlo.
Yo ya me estoy quitando de tan funesta droga, pues he comprobado que cuando prescindo de ella por una temporada, la extensión y la frecuencia de mi sonrisa crece de manera apreciable.
De antiguo tengo la sospecha de que la realidad es algo muy flexible, de que cada quién influye en la suya hasta el punto de determinarla en ocasiones, de atraer hacia ella lo que le es afín. Es conocido el hecho de que cuando caminamos con una pierna escayolada, vemos mucha más gente recubierta de yesos que en periodos normales de nuestra existencia; que las mujeres embarazadas ven muchas más gestantes por la calle durante el embarazo, que antes o después.
Así, a quienes suelen “picarse” en la carretera, les surgen contendientes en cada trayecto, mientras que los que no gustamos de estas competiciones podemos hacer miles de kilómetros sin sufrir una sola provocación o, lo que es lo mismo, sin percatarnos de ellas, sin sentirlas, sin que accedan a nuestra realidad.
Podría poner cientos de ejemplos más, pero vuelvo a centrarme en los medios de comunicación de masas.
Tal vez esa sospecha que os he confesado sea cierta. Tal vez esos que mandan, esos que ponen “deberes” a los gobiernos, sospechen lo mismo que yo, o que incluso lo sepan. En ese caso los medios, lejos de informar sobre la realidad, lo que hacen es tratar de inducirla, de modelarla, seleccionando aquellos hechos que operan a favor de sus designios y “retocándolos” para incrementar su eficacia.
Hay noticias de capital importancia que nunca salen en los medios. La floración de la Jara es una de ellas, es un ejemplo entre millones, pero aquellos que intentan dirigir nuestras vidas (y en millones de casos lo consiguen) saben que este acontecimiento no genera miedo ni odio, que son los principales materiales con los que fabrican la argamasa de sus realidades impuestas.
Si la realidad es, como sospecho, flexible, yo abdico de la que nos ofrecen los medios y me adhiero, con más tenacidad si cabe, a la que florece en lugares como este foro.
Solicito vuestras disculpas por mi escasa participación activa. Si bien escribo poco, os aseguro que lo leo todo. Y lo hago con placer, con deleite y con ganas. Lo que ocurre es que a veces siento que tengo poco que aportar, que las muchas ideas que compartimos están mejor expuestas y defendidas por vosotros que por mí.
Un abrazo.